Max Ash: un joven empresario con dislexia

Max Ash tuvo una idea brillante: Encontrar una manera divertida de jugar con su comida, y que a sus padres les pareciera bien.

Así que Max usó su pasión por el baloncesto y el chocolate caliente para crear un producto nuevo y llamativo. El invento de Max, The Mug With A Hoop™, es una taza de cerámica en forma de medio balón de baloncesto. En la orilla de la taza, cerca del asa, hay un tablero con un aro que cuelga sobre la taza. Los niños pueden “encestar” el cereal en la canasta.

Fue un gran acierto para un niño de 10 años. Su taza de 16 onzas se vende por docenas en línea y en algunas tiendas. También ha lanzado tazas de béisbol, hockey, fútbol y golf.

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Max tiene dislexia y muchas ideas excelentes, afirma su madre Jennifer Ash. “Él piensa y aprende de una manera muy visual”. Cuando le pregunté a Max cómo se le ocurrió la idea de la taza, me respondió: “La encontré en mi cabeza”. La taza con canasta es solo el comienzo en la transformación de esas ideas en productos que se pueden vender.

Max es la fuerza creativa de Max’is Creations, una empresa que él opera con el resto de su familia. También es el jefe de ventas. Además, es un estudiante de cuarto grado en The Carroll School, localizada en los suburbios de Boston. La escuela enseña a niños con y otras diferencias de aprendizaje.

Sam, su hermano de 13 años, es el jefe de pruebas de productos y el mayor admirador y seguidor de Max. Sam también hace llamadas de ventas conjuntamente con Max. Mamá Jennifer y papá Ronald manejan el funcionamiento diario de la compañía. Ella es una asesora en psicología que realiza desarrollo ejecutivo y capacitación. Él es administrador en un hospital.

¿Cómo concilian las exigencias de sus trabajos, la crianza de Max y Sam y su labor en Max'is Creations? “Los niños están viviendo sus vidas de manera regular y nosotros estamos un poco ocupados”, dice Jennifer. Ella y su esposo Ronald hacen la mayor parte del trabajo de la compañía en la noche y los fines de semana. Además llevan en automóvil a Max y Sam para que repartan sus productos en las tiendas y a reuniones de negocios. “Es maravilloso ver la alegría que las personas muestran con lo que Max ha creado”, dice Ronald.

La empresa es rentable, afirma Jennifer. Max’is Creations vendió diez mil tazas en dos meses y se espera que el número aumente a dieciocho mil a final del año. Eso sumaría un total de cuatrocientos mil dólares en ventas desde septiembre.

El cinco por ciento de las ganancias de las ventas de las tazas será donado a la investigación y concientización de la dislexia. Max también ha donado tazas para campañas de recaudación de fondos en Carroll School y otros lugares. El resto de las ganancias en su mayor parte se destinará a ahorros para la universidad.

"Las personas siempre dicen que están maravillados de lo que estamos haciendo por Max", comenta Jennifer. “La verdad es que también lo estamos haciendo por los otros padres que tienen hijos como Max. Queremos mostrarles que hay algo especial en las personas que piensan diferente, y Max es un ejemplo”.

Trabajar en la compañía es también parte importante de la terapia del habla y el lenguaje de Max por su dislexia. Hacer llamadas por teléfono para vender y hablar sobre sus productos le está enseñando a organizar mejor sus respuestas a las preguntas que le hacen, afirman sus padres. “Lo ha ayudado mucho a mejorar sus habilidades de comunicación, al forzarlo a usar más su lenguaje y practicar comunicarse [de manera improvisada], dice Jennifer.

“Las definiciones tradicionales de éxito generalmente no incluyen a niños como Max que piensan y aprenden de manera diferente”, afirma la mamá de Max. “Esta experiencia nos ha enseñado que, aunque él no está entre los mejores en lo que se refiere calificaciones sobresalientes y puntajes excelentes en el SAT, no necesitamos preocuparnos sobre su futuro profesional. En tanto que desarrolle sus instintos creativos, las personas no solo pagarán por su creaciones sino también por sus ideas”.

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